“Tengo un castor en mi patio” fue lo que relató un habitante de la comuna de Cerro Sombrero, en la provincia de Tierra del Fuego, en el contexto del taller virtual que sostuvieron distintos actores del sector público y privado relacionados con el impacto y la amenaza del castor (Castor canadensis) en la región de Magallanes. “Algunas personas vienen a avistar castores, como parte del turismo, otras los tienen casi como mascotas” compartió otra persona de Puerto Williams, la ciudad más al sur del territorio chileno. Estas fueron algunas de las experiencias que fueron recogidas en el encuentro realizado el 15 de mayo, el cual fue convocado por WCS Chile en el marco desarrollo del Proyecto GEF Castor.
WCS trabaja actualmente en la facilitación del proceso de elaboración del Plan de Gestión para el Control y Erradicación del castor en la región de Magallanes, con el objetivo principal de generar tanto plan estratégico y financiero, así como el plan de coordinación y gobernanza para la gestión de la especie, utilizando para ello la metodología participativa de estándares abiertos.
Este plan guiará y coordinará las acciones de gestión de control del castor durante los próximos diez años, aportando a la restauración y la conservación de los ecosistemas de la Patagonia, la restitución de los servicios ecosistémicos y el resguardo del bienestar humano, a través del control estratégico teniendo como visión la erradicación en áreas afectadas y la prevención de su avance hacia zonas no afectadas de la región de Magallanes. Concretamente, busca conservar los bosques siempreverde y caducifolio, la estepa magallánica, los humedales de turberas y los cursos de agua; todos ecosistemas cruciales para la adaptación al cambio climático, el equilibrio de los ecosistemas y el bienestar humano.
Bárbara Saavedra, Directora de WCS Chile, agradeció la presencia de los 37 asistentes al taller, quienes tienen un largo compromiso en el cuidado de la biodiversidad. “Desde 2006, cuando sostuvimos un primer taller que permitió definir la visión compartida sobre la restauración de los ecosistemas afectados por el castor, hemos ido construyendo una ruta en conjunto. Esperamos aportar en la construcción de este plan de gestión poniendo en foco en las estrategias que nos permita avanzar sobre lo que ya sabemos y hemos aprendido”, sostuvo.
En el taller realizado recientemente participaron representantes de las municipalidades de Cabo de Hornos, Timaukel y Primavera, así como investigadores de las universidades de Magallanes, de Chile, y del Laboratorio de Invasiones biológicas de la universidad de Concepción. También participaron representantes de la V División de Ejército y del ministerio de Obras Públicas.
“Detener el avance del castor es urgente para proteger el patrimonio ambiental de Magallanes y de la Patagonia en su conjunto” resaltó Felipe Guerra, coordinador nacional del Proyecto GEF Castor, quien explicó que este taller es una actividad relevante para definir este curso de acción. “Lo recogido en estas instancias será un insumo valioso para la definición de este plan de acción”, explicó.
El proyecto “Fortalecimiento y desarrollo de instrumentos para el manejo, prevención y control del castor, una especie exótica invasora en la Patagonia chilena”, conocido como GEF Castor, es ejecutado por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) a través de su Seremi de Magallanes y la Antártica Chilena, financiado por el Global Environment Facility (GEF) e implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sus socios principales son el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y WCS Chile.
La invasión del castor
La abundancia de castores en el archipiélago fueguino alcanzaría los 110.000 individuos. Este roedor ha modificado más de 27 mil hectáreas de bosque nativo ubicadas principalmente al sur de la isla de Tierra del Fuego en Chile, causando pérdidas económicas que superaran los 73 millones de dólares en pérdida de biodiversidad, pérdidas por la no producción de madera ni ganado y por captura de carbono, entre otros costos, según el Estudio de impactos económicos y sociocultural del castor (GEF Castor/Universidad de Chile, 2020). Al no encontrar depredadores naturales en el hemisferio sur, el castor avanza a una velocidad de expansión de hasta seis kilómetros anuales. Si no se le detiene, el castor podría incluso subir por el continente hasta la Región del Maule. El castor causa la destrucción de bosques a lo largo de zonas ribereñas por roído de árboles e inundación del terreno. El anegamiento de bosques nativos, turberas y pastizales, la alteración del régimen hídrico por medio del desvío de cursos, y la modificación de la composición y contaminación de aguas causa perjuicios económicos y se transforma en una amenaza a la salud pública debido a la transmisión de patógenos. Así mismo parte de la información levantada indica sobre el destrozo de infraestructuras, como puentes y cercados, y un deterioro de caminos y alcantarillados.
Oportunidades para la gestión del castor en Chile
El actual esfuerzo por generar un Plan Estratégico de gestión de la especie se inserta en el trabajo que desde hace años se realiza, tanto en Chile como en Argentina, para hacer frente a este desafío ambiental.
Diversas instituciones públicas y privadas, junto a la comunidad científica y expertos en conservación biológica, han dedicado los últimos 20 años a la generación de acciones e información respecto del castor americano, su invasión y manejo. Desde el 2005 se ha realizado un esfuerzo conjunto, ejecutando proyectos y estrategias de forma coordinada. En 2008, ambos países firmaron un acuerdo para erradicar el castor norteamericano y restaurar los bosques degradados, el que se enmarca en el Convenio sobre la Diversidad Biológica. “De acuerdo con la Estrategia Nacional de Biodiversidad 2017-2030, Chile está comprometido a proteger y restaurar la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos”, resaltó Charif Tala, director nacional del proyecto GEF Castor, quien explicó que esto requiere generar acciones que impliquen “restaurar ecosistemas degradados o amenazados como mecanismo de adaptación basada en servicios ecosistémicos”.
Por su parte, Carlos Olave, seremi del Medio Ambiente de Magallanes resaltó que “una de las fortalezas del plan de gestión es que considera la participación de los actores directamente relacionados, quienes no solo contribuyen a su elaboración, sino también manifiestan su compromiso con esta problemática ambiental”. Olave sostuvo también que es necesario contar con una gobernanza que permita finalmente disminuir los impactos que esta especie exótica está generando en nuestra región.