Escrito por la Dra. Bárbara Saavedra P.
Directora de WCS Chile
Aunque el exacto momento de la generación del virus COVID19 probablemente no pueda ser conocido, las causas mayores que llevaron a su aparición forman parte de la abismante degradación de la naturaleza que venimos realizando por décadas.
Una forma de esa degradación es la venta y tráfico ilegal de especies silvestres, el cuarto comercio ilegal a nivel global, después del de drogas o personas. Afecta especialmente a regiones de menor desarrollo, donde la implementación efectiva de áreas protegidas -incluyendo financiamiento, personal capacitado, integración virtuosa con comunidades aledañas, monitoreo, entre otras- es escasa o inexistente. Este es el caso de Chile, uno de los países que menos invierte en la conservación de su patrimonio natural.
La degradación más importante, sin embargo, es la de nuestra memoria y la del entendimiento de que la naturaleza, o biodiversidad, es la base de todo aquello que es mínimo y necesario para el “ser” humano. Dentro de los bienes más importantes que obtenemos de la naturaleza, se encuentran aquellos que ayudan directa o indirectamente a la salud humana. El 70% de las nuestras medicinas, por ejemplo, proviene de natura o ha sido inspirada en ella. De hecho, gran parte de la industria biotecnológica se basa en una enzima descubierta en una bacteria de aguas termales, resistente a altas temperaturas y que permite hoy día realizar el test de Coronavirus.
Pero la naturaleza es mucho más que una farmacia abierta. Ella nos entrega salud a través de la producción de agua limpia, no solo a comunidades rurales aisladas, sino a sistemas urbanos completos, como es el caso de Santiago que se abastece por las aguas que nacen y son mantenidas por glaciares, vegetación y humedales altoandinos. La naturaleza aporta a la calidad del aire que respiramos, a través de la descontaminación de material particulado por ejemplo, lo que tiene implicancia directa en la reducción de muertes por esa causa, que en Chile ascienden a varios miles. Acá existen programas de compensaciones en reforestación, que sirven a este propósito y que deben ser ampliados a la restauración de bosques, especialmente en nuestra zona mediterránea. La naturaleza evita la propagación de plagas, como ratas o polillas. La naturaleza mantiene limpias las aguas de ríos, lagos, fiordos. Cuando se pierde, perdemos estos ecosistemas y su capacidad de aportar agua, o de sostener industrias completas como el turismo. La naturaleza está asimismo en la base de la salud física y mental de la población humana, la que depende de espacios naturales para el desarrollo de diversas actividades deportivas y recreativas, además de espirituales, permitiendo re-componer el ánimo, bajar niveles de estrés, y enfrentar la vida con mayor sabiduría y optimismo. Este ejemplo seguro hará sentido a muchos, ahora que estamos confinados, sin acceso a espacios naturales, producto de un virus que nos colonizó porque destruimos su propio espacio natural.
Esta nueva pandemia, a diferencia de antiguas y devastadoras pestes, nos pilla en el Siglo XXI, con la mayor acumulación de conocimiento que haya tenido nunca la humanidad. Hoy sabemos que humanos y natura somos la misma cosa. Es más…sin natura no somos. Sin ella, nos enfermamos.
Ahora estamos enfrentados a la necesidad de (re)pensar nuestro futuro y (re)construir nuestro país, y nuestro mundo. Dejemos atrás la falsa paradoja de desarrollo o conservación, y dispongamos de los recursos y capacidades que tenemos para incluir en la ecuación que dará origen al nuevo Chile, el cuidado, restauración y promoción de nuestra naturaleza, y junto con ella de toda nuestra sociedad.
@WCSChile