Durante el último siglo, se ha experimentado una reducción de entre un 64 % en la superficie de los humedales en el mundo. En Chile se estima que los humedales abarcan casi el 6% de su superficie y, si bien cuentan con un Plan Nacional de Protección de Humedales (2018 – 2022), éste no contempla la regulación de Gases Efecto Invernadero. Es necesario como país asumir compromisos más profundos, identificando los diferentes tipos de humedales y los factores ambientales que regulan las emisiones de GEI.
Chile suscribió a la Convención Ramsar el año 1981 y validó este acuerdo con la promulgación del DS N°771 del Ministerio de Relaciones Exteriores, esto significa que el país se compromete a su conservación y uso racional. Sin embargo, sólo desde el 2005 cuenta con una Estrategia Nacional para la Conservación y uso Racional de Humedales.
De acuerdo a la Convención Ramsar, los humedales se clasifican en: Marinos, estuarinos, lacustres, ribereños y palustres. Entre estos últimos se encuentran las turberas, que son uno de los humedales más abundante en Chile, sin embargo, se concentran en la Patagonia y tiene un importante rol en el almacenamiento de carbono y la regulación del ciclo del agua.
Las turberas cubren sólo un 3% de la superficie del planeta y se concentran principalmente en el hemisferio norte. Debido a sus condiciones de alta humedad, pese a que abarcan una superficie pequeña se estima que contienen cerca de 600 giga toneladas de C almacenado en forma de turba, lo que equivale a un tercio del C contenido en los suelos. Se estima que las turberas en Chile cubren 3.1 millones de hectáreas y contienen 4800 millones de toneladas de carbono lo que es casi 5 veces más que el carbono almacenado sobre los suelos de bosques nativos. Por lo mismo, es necesario mantener un equilibrio de estas condiciones para evitar la liberación de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero que son los responsables del calentamiento global.
La vegetación es turberas es dominada por especies vegetales adaptadas a condiciones de alta humedad en el suelo como el musgo Sphagnum magellanicum. Este musgo tiene la capacidad de contener varias veces su peso en agua, lo que transforma a las turberas en un importante reservorio y fuente de agua a nivel local, vital para mantener el suministro hídrico del territorio en sectores donde no existen reservas glaciales. Estas condiciones de alta humedad generar sitios únicos para la biodiversidad permitiendo una gran riqueza de especies de musgos, líquenes e incluso algunas plantas carnívoras (Ej: Drosera uniflora y Pinguicula antarctica).
Pese su importancia ecológica, las turberas en Chile están siendo amenazadas por la extracción de musgo y turba, actividades que alteran suelo, la biodiversidad y los procesos ecosistémicos.
Para regular estas amenazas extractivas se han realizado algunos esfuerzos como la creación y aprobación del Decreto Supremo N°25 para el resguardo y protección del musgo S. magellanicum, sin embargo, esta iniciativa ha sido criticada ya que no realiza un análisis ecológico del problema, permitiendo la extracción sin identificar las condiciones ambientales que mantienen el funcionamiento del ecosistema.
En el marco de la COP25 presidida por Chile y que tuvo lugar en Madrid (España), se realizó el evento paralelo “Evitando la pérdida de C en turberas mediante el mapeo y monitoreo para la acción climática”. Sin embargo, pese a que las turberas están presentes en 180 países apenas una docena de estos países incluyó estos humedales en sus NDC. Los NDC son un parte clave del acuerdo de Paris donde cada país debe entregar información sobre sus gases de efecto invernadero y establecer objetivos claros de reducción de emisiones al año 2020 para evitar el aumento de la temperatura media del planeta.
El 35% de la superficie del Parque Karukinka está conformado por turbera, éstas son un importante reservorio de agua para la isla, actúan como esponjas que la almacenan y trampas de sedimentos de los cursos de agua. El agua que se almacena se va descargando paulatinamente y mantiene un flujo mínimo en los cursos de agua pequeños que nacen a partir de las turberas. Asimismo, en subcuencas más abiertas, la mayor parte de la carga de sedimentos arrastrada por los arroyos es interceptada por las turberas, antes de entrar a los cauces mayores, minimizando el impacto de deslizamientos y descargas masivas. Estos procesos contribuyen con la provisión y filtración de agua, servicios ecosistémicos clave para el bienestar humano y la biodiversidad.
El año 2015 las turberas del Parque Karukinka fueron declaradas como Área de Interés Científico para efectos mineros por el Ministerio de Minería, figura que protege a este ecosistema de su explotación.
Actualmente la WCS Chile se encuentra ejecutando a pedido del Ministerio de Medio Ambiente el proyecto Hoja de Ruta para la Conservación y Gestión Sustentable de Turberas en el cual se busca identificar las principales brechas y amenazas sobre estos ecosistemas para proponer medidas que aseguren su conservación en el tiempo.