WCS trabaja con los sectores público y privado para mejorar tanto las políticas como las prácticas de gestión de biodiversidad en los sectores productivos, con énfasis en aquellos que tienen mayor impacto y/o dependencia de la naturaleza, como son las industrias extractivas. La minería, por ejemplo, es una actividad que supone importantes presiones sobre la biodiversidad y los recursos hídricos, pero que al mismo tiempo puede proveer elementos indispensables para transicionar hacia energías no basadas en combustible fósiles. Nuestro trabajo con estas industrias apunta a que la biodiversidad, como base fundamental de ecosistemas, sociedades y economías sanas, sea reconocida y gestionada de forma coherente con el rol estratégico que tiene para la producción y para la vida.
La biósfera como base fundacional de la sostenibilidad global. Rockström and Sukhdev (2016) & Azote Images for Stockholm Resilience Centre.
Esto implica, en primer lugar, reconocer y hacerse cargo de los impactos de estos sectores productivos sobre la biodiversidad. Para ello, aplicamos la Jerarquía de Mitigación, el principal marco conceptual aplicado a nivel global para la gestión de impactos, que WCS contribuyó a posicionar a través de su rol en la Secretaría Ejecutiva del Business & Biodiversity Offsets Program (BBOP).
Bajo la Jerarquía de Mitigación, la primera prioridad de los esfuerzos debe estar en evitar impactos sobre la biodiversidad, a través de una evaluación adecuada y temprana de alternativas para proyectos, tanto en su localización, diseño y tecnología y temporalidad. Las medidas de compensación apropiada solo son aplicables para aquellos impactos que demostradamente no pueden ser evitados, minimizado o restaurados en el sitio. Asimismo, se explicita que existen impactos que no son factibles de ser compensados, dada la vulnerabilidad y/o irremplazabilidad de los valores de biodiversidad afectados. Cuando estos valores están consensuados, y existe un proyecto no puede evitar este tipo de impactos, es evidente que no debería seguir adelante.
Cuando el objetivo es el bien común y se reconoce que la sociedad está inserta de forma indisoluble en la naturaleza, la producción y conservación de la biodiversidad no son contradictorios, sino piezas de un mismo rompecabezas. La regulación normativa, por sí sola, no es suficiente para avanzar en esta senda y lograr efectivamente los cambios necesarios, debiendo abrirse espacios para abordar los problemas de fondo que enfrenta la actividad productiva. Para ello se precisa una visión conjunta, y un fuerte compromiso, voluntad y entendimiento de todos los actores.