Nueva investigación destaca cómo los últimos grandes bosques tropicales de la región sostienen a especies migratorias icónicas y conectan a comunidades en todo el continente americano.
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Mesoamérica, 19 de noviembre de 2025.- Cada año, miles de millones de aves de toda Norteamérica viajan hacia el sur para pasar más de la mitad del año en los bosques tropicales de Centroamérica y México.
Un nuevo estudio de la Wildlife Conservation Society (WCS) y el Laboratorio de Ornitología de Cornell, publicado en Biological Conservation, muestra que los Cinco Grandes Bosques de Mesoamérica — que se extienden desde el sur de México hasta el norte de Colombia — no solo son tesoros ecológicos de la región, sino que también son esenciales para la supervivencia de muchas aves migratorias en todo el hemisferio.
Usando millones de observaciones contribuidas por observadores de aves de todo el mundo a través de la plataforma eBird del Laboratorio de Cornell, los investigadores descubrieron que los Cinco Grandes Bosques albergan entre de una décima parte a casi la mitad de las poblaciones globales de 40 especies de aves migratorias. Estas incluyen especies que se reproducen en Canadá y Estados Unidos, pero que dependen de los bosques mesoamericanos para alimentarse, refugiarse y sobrevivir durante el invierno y en sus largos viajes hacia el norte y el sur.
“Estos bosques no son solo selva tropical: son el corazón de la migración”, dijo Anna Lello-Smith, autora principal y científica de conservación en WCS. “Durante más de la mitad del año, nuestros bosques aquí en Mesoamérica son el hogar de zorzales del bosque, reinita de magnolia, reinita alidorada y muchas otras especies que nos conectan con personas a miles de kilómetros. Lo que ocurre aquí determina si estas aves regresarán al norte para anidar y reproducirse cada primavera.”
Entre los principales hallazgos del estudio se encuentran:
Más de un tercio de todas las reinitas de anteojos (Kentucky Warblers) y casi una cuarta parte de los zorzales del bosque (Wood Thrushes) y las reinitas alidoradas (Golden-winged Warblers) pasan el invierno en estos bosques.
Más del 40% de la población global de la reinita cerúlea (Cerulean Warbler) cruza por los Cinco Grandes Bosques durante la migración primaveral.
La Selva Maya y la Moskitia — los más septentrionales de estos grandes bosques — son de los más críticos para las aves migratorias, pero también de los más amenazados.
Los Cinco Grandes Bosques — Selva Maya, Moskitia, Indio Maíz–Tortuguero, La Amistad y Darién — forman uno de los corredores migratorios más importantes del planeta. Para millones de aves, estos paisajes son verdaderos sistemas de vida.
“La densidad de reinitas, atrapamoscas y gavilanes migratorios que se concentran en estos cinco bosques es asombrosa”, dijo Viviana Ruiz-Gutiérrez, directora de Ciencia de la Conservación en el Laboratorio de Cornell y coautora del estudio. “Como tantas aves se concentran aquí, cada hectárea protegida tiene un impacto que se siente en todo el hemisferio. Estos bosques son de importancia global.”
Pero estos bosques están desapareciendo. La deforestación, impulsada en gran medida por la ganadería ilegal, ya ha consumido millones de acres. Solo en la Moskitia, casi un tercio del bosque ha sido talado en solo dos décadas. En los cinco bosques, la deforestación sigue erosionando una de las rutas migratorias más importantes del mundo.
“Mesoamérica alberga algunos de los bosques más importantes para las aves migratorias en todo el planeta”, dijo Jeremy Radachowsky, director regional del Programa de Mesoamérica de WCS. “Si estos bosques desaparecen, no solo perdemos nuestra fauna local: perdemos también las aves que conectan nuestra región con comunidades de toda América. Protegerlos es una responsabilidad regional y una fuente de orgullo.”
En los Cinco Grandes Bosques, muchas comunidades ya están liderando el camino—restaurando tierras degradadas, combatiendo incendios, protegiendo fuentes de agua y promoviendo medios de vida amigables con las aves, como la producción sostenible de cacao y pimienta gorda. Líderes indígenas y locales defienden estos bosques con gran riesgo personal, protegiendo no solo la biodiversidad sino también su identidad cultural.
“Estos esfuerzos son ejemplos poderosos para el mundo entero”, dijo Ruiz-Gutiérrez. “Al fortalecer el apoyo a quienes lideran la protección de estos bosques, podemos construir alianzas hemisféricas que beneficien tanto a las comunidades como a nuestras aves compartidas.”
Para guiar este tipo de colaboración, el estudio mapeó las “conexiones de manejo compartido” —las regiones de reproducción en Estados Unidos y Canadá que están vinculadas a los Cinco Grandes Bosques a través de las mismas especies de aves. Los resultados muestran que los bosques mesoamericanos están estrechamente conectados con los bosques de los Apalaches, los Grandes Lagos, el Delta del Misisipi, Nueva Inglaterra, e incluso con los bosques que rodean ciudades como Nueva York.
En esencia, los científicos describen a los Cinco Grandes Bosques como el espejo tropical de los bosques del este de Norteamérica. La misma comunidad de aves amantes del bosque—tángaras escarlata, reinitas de anteojos, gavilanes de ala ancha—pasa meses en Mesoamérica, dependiendo de estos paisajes para sobrevivir.
“Cada hectárea que protegemos en Mesoamérica genera efectos en cadena para las aves y las personas en todo el hemisferio”, dijo Lello-Smith. “Nuestros bosques son reconocidos globalmente. Son vitales para las aves migratorias y conectan a comunidades separadas por miles de kilómetros. Invitamos a la gente de toda la región a sentirse orgullosa de estos bosques extraordinarios—y a ayudar a garantizar que sigan sosteniendo vida, cultura y nuestras aves compartidas por generaciones.”