La Amistad se encuentra entre Panamá y Costa Rica, y cubre alrededor de 14.991 km2, siendo la 4ª zona silvestre más grande de Centroamérica. La Amistad es uno de los mejores ejemplos de conservación transfronteriza de Centroamérica, ya que incorpora una estricta protección y una gestión forestal de uso múltiple por parte de las comunidades indígenas.
El Parque Internacional La Amistad es considerado el área silvestre protegida más grande y biológicamente más diversa de Costa Rica, debido a su amplio rango altitudinal, fuertes cambios climáticos y variedad de suelos, que promueven ecosistemas diversos y un alto endemismo. Es reconocido como internacional ya que su extensión abarca parte de Costa Rica como Panamá, y su protección ha sido un esfuerzo conjunto de ambos países.
Es famoso por su biodiversidad y presenta especies animales que sólo pueden encontrarse en esta zona. Por esta razón, la UNESCO nombró al Parque Internacional La Amistad como Patrimonio de la Humanidad en 1983 por su asombrosa diversidad de vida vegetal y animal.
Costa Rica actúa como parte del puente y filtro biológico entre América del Sur y América del Norte, lo que añade un gran valor a este parque dotado de gran biodiversidad en el que hay un extraordinario número de hábitats, producto de las diferencias de altura, suelo, clima y topografía, como páramos, pantanos, robledales, madroños, helechos y bosques mixtos.
Los bosques mixtos o nubosos, altos y muy húmedos cubren la mayor parte de su territorio, e incluyen extensos bosques de robles. En este parque encontramos un extraordinario número de hábitats, producto de las diferencias de altura, suelo, climas y terrenos, como páramos, pantanos, encinares, madroños, helechos y bosques mixtos.
Se han observado más de 263 especies de anfibios y reptiles, siendo los más comunes el lagarto, la salamandra y los anuros. Entre los mamíferos, encontramos el tapir (Tapirus bairdii), el puma (Puma concolor), el jaguar (Panthera onca), el mono capuchino, el ocelote (Leopardus pardalis), el cacomisté (Bassariscus astutus) y el tolomuco (Eira barbara).
La avifauna está representada por 400 especies, entre las que destacan el quetzal (Pharomachrus mocinno), el águila crestada (Morphnus guianensis), la pava negra (Chamaepetes unicolor), el carpintero carinegro (Melanerpes pucherani) y el águila arpía (Harpia harpyja).
Este bosque protege las cuencas media y alta de los ríos Ceibo, Cabagra, Mosca, Guinea, Singri y Canasta, cuyo principal colector es el Río Grande de Térraba en la vertiente del Pacífico. En la vertiente atlántica destacan los ríos Banano, Telire, Coen, Lari y Urén, cuyo principal colector es el río Sixaola. La capacidad de estas cuencas para abastecer de agua potable a las poblaciones circundantes es innegable, sobre todo si se tiene en cuenta que la población está aumentando rápidamente. Asimismo, hay que considerar que el sistema orográfico favorece la incursión de la humedad de los océanos, lo que provoca lluvias muy constantes y torrenciales, aumentando así el riesgo de desprendimientos e inundaciones. De ahí el gran valor para la protección internacional de este bosque.
Su superficie incluye bosques muy húmedos, lluviosos y nublados, así como regiones coronadas por picos y macizos rocosos donde se encuentran pantanos fríos.
En su totalidad, este territorio forma parte de las tierras ancestrales de los pueblos bribri, cabécar, naso, ngäbe y buglé.
La mayor parte de la superficie de esta región, habitada por cuatro comunidades indígenas diferentes, está cubierta por bosques tropicales húmedos. Está rodeada por los territorios indígenas Chirripó, Tayní, Telire y Talamanca de la vertiente atlántica y por los territorios indígenas Ujarrás, Salitre y Cabagra de la vertiente pacífica de la cordillera de Talamanca.
En esta selva conviven indígenas de cuatro pueblos diferentes, afrodescendientes, latinos, mestizos e inmigrantes extracontinentales. Algunos en ciudades, otros en pequeños núcleos de población, otros dispersos en la selva o en zonas agrícolas.