En poco más de un año y medio, 36 comunidades, 2,200 hectáreas de tierras restauradas y miles de personas capacitadas han contribuido a fortalecer una Mesoamérica más resiliente.
Parcela de yuca en la comunidad de Pla Playa, Honduras. Fotos por Mario Jolón (WCS Mesoamérica y el Caribe)
Gobernanza comunitaria más fuerte: 36 comunidades desarrollaron planes climáticamente inteligentes, y 27 organizaciones recibieron asistencia técnica en áreas como apicultura, agroforestería y turismo comunitario.
Habilidades y capacitación: Más de 1,900 personas fueron formadas en gobernanza, derechos, medios de vida sostenibles, prevención de incendios y monitoreo de biodiversidad. La capacitación incluyó herramientas innovadoras como drones, mapeo participativo y aplicaciones digitales.
Participación inclusiva: Mujeres y jóvenes estuvieron al centro de las actividades, desde talleres de liderazgo hasta el primer AgroMarket Hackathon, donde jóvenes diseñaron soluciones para fortalecer negocios locales.
Conservación a gran escala: Cuatro grandes áreas protegidas —Reserva de la Biosfera del Río Plátano (Honduras), Laguna del Tigre (Guatemala), Chiquibul (Belice) y Parque Ecológico Cerro Huexque (Guatemala)— fueron fortalecidas con nuevo equipo, capacitación y patrullajes conjuntos.
Patrullajes y monitoreo: Se realizaron más de 31,600 km de patrullajes terrestres y aéreos, disuadiendo la tala ilegal y protegiendo la fauna silvestre.
Control de incendios forestales: Más de 300 personas fueron capacitadas y equipadas, y se establecieron cortafuegos estratégicos. Varias comunidades indígenas en Honduras declararon “zonas de cero quema”, reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero y protegiendo los bosques.
Biodiversidad protegida: El monitoreo abarcó 10 especies emblemáticas, incluyendo guacamayas rojas, jaguares, tapires y tortugas de agua dulce. Se completaron 11 estudios técnicos para orientar acciones de conservación.
Acuerdos de conservación comunitaria: Siete nuevos acuerdos formalizaron compromisos entre comunidades y autoridades para el manejo sostenible de los bosques.
Restauración de tierras degradadas: Más de 2,200 hectáreas fueron restauradas con especies nativas, árboles frutales y sistemas agroforestales, superando ampliamente la meta original de 314 hectáreas.
Cadenas de valor sostenibles: Emprendimientos locales de miel, cacao, madera y productos no maderables recibieron apoyo, incrementando los ingresos familiares mientras conservan los bosques. Solo en Belice, 50 familias productoras de cacao sembraron más de 13,000 árboles para la recuperación del suelo y los bosques a largo plazo.
Planes comunitarios climáticamente inteligentes: 22 planes ahora orientan la agricultura resiliente, la gestión del agua y las estrategias de medios de vida en cuatro países.
Bases para financiamiento climático: Un Fondo de Conservación y Restauración Forestal en Petén (Guatemala) y nuevas iniciativas REDD+ en Belice están sentando las bases para un financiamiento sostenible a largo plazo.
Alcance regional: Campañas de comunicación y difusión en redes sociales conectaron con más de 214,000 personas en la región, compartiendo historias de éxito en conservación y medios de vida sostenibles.
Derechos sobre la tierra: Una campaña en La Moskitia alcanzó a más de 3 millones de personas, fortaleciendo la comprensión sobre la tenencia y los derechos territoriales indígenas.
Colaboración: Acuerdos con gobiernos locales, consejos indígenas, ONG e instituciones de investigación crearon plataformas más sólidas para la acción.
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