El cambio climático ha intensificado los períodos de sequía en la región mesoamericana, afectando severamente a los ecosistemas del área. Al norte de Guatemala, en el Parque Nacional Laguna del Tigre y el Parque Nacional Mirador-Río Azul, la escasez de agua impacta directamente a la fauna silvestre. “En época seca, muchas aguadas pierden el agua en su totalidad. Esto reduce la probabilidad de sobrevivencia de muchas especies”, explica Rony García-Anleu, director del Departamento de Investigaciones Biológicas del programa de Guatemala de Wildlife Conservation Society (WCS).
Para afrontar esta problemática, se han instalado bebederos artificiales en puntos clave dentro de ambos parques. Están construidos con materiales resistentes para soportar las condiciones de la selva y ubicados en zonas críticas para la fauna, considerando además la compleja logística que implica transportar agua a sitios remotos.
Uso continuo, incluso durante la temporada de lluvias
Aunque fueron diseñados para mitigar los efectos de la sequía, se ha documentado que muchas especies continúan utilizando los bebederos incluso durante la temporada de lluvias. Esto sugiere que, en ciertas zonas, el acceso al agua sigue siendo limitado o que estas estructuras se han integrado como parte del paisaje habitual de la fauna, lo cual refuerza su valor como herramienta de conservación a largo plazo.
Para evaluar su efectividad, todos los bebederos están siendo monitoreados mediante cámaras trampa. Las imágenes captadas revelan una alta diversidad de visitantes: tapires (Tapirus bairdii) refrescándose, tropas de monos araña (Ateles geoffroyi) acercándose con cautela, pumas (Puma concolor) merodeando sigilosamente, jaguares (Panthera onca) patrullando el área y hasta el imponente zopilote rey (Sarcoramphus papa) descendiendo a hidratarse. También se han registrado tigrillos (Leopardus wiedii), venados cola blanca (Odocoileus virginianus) y otras especies difíciles de observar.
Estos registros aportan información valiosa sobre el comportamiento de la fauna en condiciones de estrés hídrico y la forma en que responden a soluciones prácticas implementadas desde la ciencia y la gestión de conservación.
Los bebederos artificiales no son una solución definitiva, pero sí un alivio concreto para numerosas especies en momentos críticos. Esta estrategia se suma a un enfoque de conservación adaptativa, y en la necesidad urgente de proteger la biodiversidad frente a las nuevas dinámicas climáticas.
Esta medida fue implementada por la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (FUNDAECO), el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) y el Centro de Estudios Conservacionistas de la Universidad de San Carlos de Guatemala (CECON-USAC) en el Parque Nacional Mirador-Río Azul y Biotopo Naachtun-Dos Lagunas, y por WCS con el apoyo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) en el Parque Nacional Laguna del Tigre.
La colaboración ha sido clave para hacer posibles estas acciones, que reafirman el compromiso con la protección de la Selva Maya, uno de los bosques tropicales más importantes de América.