Las sabanas montañosas de Apolo combinan una vegetación de pastizales con algunas especies de arbustos y árboles bajos.
Las sabanas montañosas de los Yungas de Bolivia se distribuyen en forma de islas y franjas dentro de los bosques montanos, entre los 1.000 y 2.500 metros de altura. En los alrededores de Apolo, se encuentra la extensión más grande de este tipo de sabanas o pajonales, con una superficie aproximada de 545 km2. Otras de menor extensión se observan a lo largo de los caminos que conectan Apolo con poblaciones circundantes (Asariamas, Virgen del Rosario, Mojos, Keara, Pelechuco, San José de Uchupiamonas, Mapiri). La vegetación predominante está compuesta de especies herbáceas, que tienen forma de gramíneas (poaceas y ciperáceas, entre otras), pero también se presentan entremezclados arbustos y árboles de pequeño porte.
Estas sabanas son poco conocidas y no se sabe aún hasta qué punto su origen se debe a causas naturales o a la acción humana. Las áreas de pastoreo han sido sometidas tradicionalmente al fuego para mantener la vegetación de pastura, dando lugar a una degradación del ecosistema. Sin embargo, es evidente también que existen sabanas naturales a manera de manchas, restringidas a filos de cerros o mesetas de arenisca. Indicios de la existencia de sabanas naturales son la presencia de especies de plantas y animales endémicos del lugar. Por otro lado, las relaciones de viajes de los primeros ingresos militares y con fines de evangelización (siglos XVI y XVII) describen a las pampas de Apolo como una llanura de pajonales, donde se podía criar ganado, y que se encontraba próxima a la selva montañosa. De hecho, la fundación de la misión franciscana en Apolo, en el siglo XVII, dio inicio a la actividad ganadera con la introducción de hatos de ganado vacuno, caballar, porcino y ovino.
En los fondos de valle existen pequeñas franjas de bosques, que se distribuyen en forma de un ‘bosque de galería’. Estos bosques se presentan muy fragmentados, con elementos florísticos de los bosques pluviales y estacionales. Esta combinación de bosques y sabanas, con una topografía muy variada, originan un paisaje singular, que tiene cierta semejanza a la ecorregión del Cerrado.